En medio de estos hechos la publicación en medios masivos de comunicación de un informe sobre antisemitismo en Argentina realizado por la UBA a pedido de la DAIA, ha atizado discusiones . Algunas conclusiones del informe no hacen más que echar luz sobre percepciones que ahora toman formato estadístico : 82 % de los entrevistados piensa que a los judíos les interesa hacer solo buenos negocios; 65 % piensa que dominan los mercados financieros del mundo; un 50 % dice que hablan mucho de la Shoa y un 23 % que aún nos responsabiliza de la muerte de Jesús, el judío que fundó el cristianismo.
Ninguno de estos hechos debe sorprender si se conoce la larga historia del antisemitismo en la Argentina. Casí ni siquiera había judíos en el país cuando ya se perseguía a los marranos. Luego vino la descalificación de los judíos del campo, luego la de los judíos anarquistas. Más adelante con la irrupción del facismo y el nazismo en Europa se " importó " ese modelo adquirido por el ejército y la aristocracia católica. La llegada de nazis bajo el visto bueno de Perón, el facismo del peronismo, la Alianza Libertadora Nacionalista, Tacuara fueron hitos que tomarían fuerza con el " brujo " Lopez Rega y con la alta cuota de sangre de los judíos desaparecidos bajo la dictadura militar. Los años de la democracia permitieron promulgar lo que hoy a todas luces es una incompleta Ley Antidiscriminatoria, demasiado suave en sus penalidades para los abruptos tiempos que corren. Los atentados contra la embajada y la AMIA también tuvieron su sello judeofóbico.
El antisemitismo en la Argentina debe ser combatido aunque nunca será extirpado. El problema de este mal no es solo su persistencia sino como los judíos nos vinculamos a él y a nuestra identidad. Cada expresión judeofóbica debiera venir acompañada de un arraigo mayor al judaísmo y sus tradiciones y de una defensa incondicional del estado de Israel algo en que la comunidad, por temor dirigencial, esta en grave deuda por lo menos desde el 2006 .
Sin embargo hay dos cuestiones que si nos deben llamar más la atención sobre el antisemitismo: la lucha contra él mismo y sus causas. Los sectores ilustrados, democráticos, intelectuales, " progresistas ", políticos, religiosos y de derechos humanos no se conmueven por esta añeja discriminación. El juez Rafecas sería una honrosa excepción.
La otra cuestión tiene que ver con una autocrítica que se debe la propia comunidad, en especial su dirigencia.
Con los años el tema se agudizaría por las peleas entre AMIA y DAIA; Familiares de Víctimas del Atentado contra AMIA y la dirigencia de DAIA y el nuevo y ¿ último ? papelón dirigencial esta dado por la imposibilidad de definir quien y como gobernará la AMIA. Todo esto trasciende el ámbito judío y le sirve al judeofobo.
De una vez por todas los judíos debemos aprender a controlar nuestras internas y entender que el enemigo no es el otro judío.
Fuente: http://www.radiojai.com.ar
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